QUE SIGNIFICA SER UN LIDER
Jorge Yarce
Voy
a mencionar 5 necesidades fundamentales de proyección del líder para buscar la
transformación de las organizaciones:
1. Visión de futuro
“El
futuro no está en ninguna parte: hay que construirlo desde
el presente” (J. Attali), actuando proactivamente, es
decir, anticipándose a los cambios o, mejor, produciéndolos. La visión es una
imagen del futuro, esperanzada y realizable, que se convierte en fuerza de
atracción para que la misión de una persona, empresa, grupo o sociedad apunte a
su logro en forma estratégica. Esa imagen engendra la prospectiva (diseño
anticipado del futuro), que no puede
reducirse a simple futurología o ensayo adivinatorio
(como por arte de magia) de lo que va a pasar, sino que tiene que ser válida
para emprender acciones eficaces y producir resultados esperados. La estrategia
es la manera de lograr los objetivos que llevan al cumplimiento de la visión
mediante el proceso de cambio que permita construir el futuro, alcanzar
lo prospectado. Prospectiva y
estrategia están enlazados para el logro de la efectividad de lo que se quiere
hacia el futuro.
El
futuro no tiene que ser estrictamente la continuidad del pasado, o la
repetición cíclica de lo ya ocurrido. Hay cambios que exigen ruptura con el
pasado, nuevas realidades que no existían, no se conocían o que deben ser
redescubiertas o repensadas para hallarles el nuevo sentido. Es lo que Joe
Baker llama un cambio de paradigmas
–entendidos éstos aquí como “reglas del juego”, normas o criterios por
los que se rigen las acciones o conductas– que en cierto modo vuelven a cero, e
implican un recomienzo total.
La
visión de futuro conlleva un pensar en grande, apuntar a metas muy altas y
entusiasmar y contagiar a los demás esa actitud, promover la participación de
todos en la visión y mantenerse en una búsqueda
permanente
y estable de los objetivos propuestos. “No importa lo que la visión es, sino lo
que la visión logra” (Senge).
2. Cultura y contexto social
La
cultura da una concepción del mundo, que facilita el contacto con las ideas de
nuestro tiempo, en el campo de la filosofía, la historia, los desarrollos
científicos más importantes, la vida contemporánea, la ciencia y
la tecnología, las ideologías, el mundo empresarial, y el conocimiento de los problemas claves de la
sociedad en la que se vive. También el estudio y análisis de las
megatendencias que se
perfilan hacia el futuro. Culto “es el hombre que ve los caminos de la
vida” y la cultura es un “sistema de ideas vitales desde las cuales el tiempo
vive” ((Ortega y Gasset).
La
cultura del líder amplía y universaliza su visión y, a la vez, lo concreta a su
tiempo y a su sociedad. No es ni un simple erudito, ni un especialista sin
contexto. Tener contexto supone un manejo adecuado de la complejidad propia del
tiempo presente y de las realidades, el conocimiento y la vida actual. La
auténtica cultura busca bienes esenciales del hombre: verdad,
libertad, fe, amor, trabajo... Pero vivimos en una sociedad en la que hay un
“silencio sobre lo esencial” (Guitton), y en cambio la mente está invadida por
los bienes de consumo. Ser realista y objetivo es enfrentarse a la filosofía
del éxito material y oponerle una filosofía de la calidad de vida y del
compromiso con la comunidad.
El
hedonismo y el materialismo ahogan o no dejan vivir la extraordinaria aventura
de la búsqueda de la verdad, que es lo que nos capacita para atacar los
problemas individuales y sociales:
“El amor a la
verdad es más
fecundo que el
afán de poder. Porque, mientras
el afán de dominio es siempre individualista, la pasión por la verdad es
radicalmente solidaria” (A. Llano). En el líder la pasión por la verdad
y por sus resultados es el objetivo del conocimiento y de la maduración
personal.
3. Excelencia
dentro de una
cultura del trabajo
4. Valores éticos vivenciados operativamente
El
líder no le puede tener miedo a los problemas o a las situaciones de crisis
profunda. Eso es
lo suyo. “Nuestros tiempos no son para la
resignación. Si no atacamos los
problemas, nos devoran” (L. Polo). De ahí que el empuje del líder le lleva a
estudiar a fondo, a conocer mucho mejor su medio, a mirar al mundo, a empaparse
bien de los grandes problemas, a innovar y buscar soluciones inéditas, si es el
caso.
La
excelencia profesional y personal es un imperativo de la hora presente. Se
trata de contar con un instrumento cualificado para realizar un trabajo
productivo sin renunciar al trabajo formativo. Ser profesional es ser capaz de
bien común, no es simplemente estar habilitado para ejercer una profesión y
para ello tener una cualificación de alto nivel. Hay que aprender a trabajar y
aprender a aprender
continuamente, a lo largo de toda
la vida.
En
la era del conocimiento y la educación, el futuro será de quien esté al día en
conocimientos y sepa hacer. Ese es el capital más valioso de las empresas hoy
en día: el saber acumulado de sus empleados y directivos. Y saber implica
también saber hacer y hacer-hacer a
otros. Por eso se
habla de capital intelectual o de capital humano
Ser
líder es hacer bien todo trabajo. Y el trabajo bien hecho lleva a la madurez y
es como el eje vertebral del proyecto personal de vida. Es un medio para la
felicidad personal, no un fin en sí mismo. Es algo que adquiere sentido a la
luz de lo que no es trabajo: valores humanos, sociales, éticos, etc.).
Para
trabajar bien es absolutamente necesario administrar el tiempo con orden, con
prioridades y saber usarlo y aprovecharlo hasta el último minuto. Con mayor
razón si se trata de un trabajo en equipo en el que se busca un objetivo
común desde el
comienzo. Lograr conformar
equipos inteligentes de trabajo es la meta del líder.
Vivimos
una época en la que hay gran demanda de los valores, especialmente de los
valores éticos. Desde el ámbito empresarial se lidera una especie de revolución
de los valores, precisamente en un mundo donde campean la corrupción, el
individualismo y el relativismo. La gente quiere que
el líder encarne virtudes, que busque fines, que obre
rectamente y que evite males. Se trata de apoyar la conducta en principios y
valores que permitan crear un clima de vida común y le confieran capacidad de
una protesta pura frente a la injusticia, a los males, a la violencia, que no
se reduzca a pura protesta. Principios y valores morales
que no se
negocian al mejor postor de la
sociedad materialista y egoísta.
La
integración de los valores en su actuación, ha de llevar al líder en forma
ascendente a fortalecer su espíritu, su cultura, su afán de servir y la
austeridad de vida. Su avidez no debe ser un ansia superficial de sobresalir,
influir o dominar, sino un ansia interior que lo impulsa a la tarea
perseverante, al sacrificio para sembrar hoy
y recoger mañana, a sentir, vivir y valorar a quienes le rodean.
La
vivencia de los valores lleva al líder a saber administrar su libertad.
Demasiada gente hay en la sociedad que reclama libertad para luego hacer lo que
les da la gana. Administra bien la libertad quien responde a lo que la sociedad
espera de él como persona formada. Libertad para ser persona de calidad, para
comprometerse con los demás a través del servicio profesional calificado, o
sea, libertad para cumplir un fin. “No
me preguntes -nos recuerda Nieztche-
de qué soy libre. Yo te pregunto: para qué eres libre?”.
El
corazón de la libertad es el querer. Por eso es muy importante que la voluntad
del líder se fortalezca en la vivencia de los valores, incluyendo hasta los más
elementales para apuntar a la excelencia.
5.
Comunicación eficaz
Sin
comunicación no hay comunidad. La
comunicación hace efectiva la participación, es su
vehículo propio. Una persona no
es plenamente persona si no se comunica. Le faltaría algo indispensable a la sociabilidad, a la
convivencia que ella genera. El
líder necesita comunicar para convencer. Para
él es más
importante lo que va a comunicar que el cómo va a hacerlo o el medio que
va a utilizar. En cualquier caso su palabra ha de ser palabra en diálogo,
abierta, sincera, auténtica. A la palabra exterior precede la palabra interior,
es decir, la
fuerza y la
verdad de lo pensado, de lo que se quiere comunicar.
Comunicación
que tiende a ser
cada vez menos masificada, porque se busca, por ejemplo a través de las
redes informáticas, una respuesta interactiva personalizada, lo más cercana a
la comunicación interpersonal, donde se da propiamente el encuentro el trato
con los demás hombres como personas.
La comunicación
no es sólo
saber transmitir mensajes ideas o
sentimientos, sino saber escuchar.
Característica clave de un buen
líder es saber escuchar a su gente, ser receptivo y comunicativo, estar bien
informado y ocuparse de que su mensaje llegue al destinatario y de recibir la
realimentación necesaria para medir la eficacia de la comunicación. Con mayor
razón cuando es la comunidad la que ejerce el derecho a una comunicación
completa y veraz. Vivimos en una sociedad donde se repite a todas horas la
tentación de manipular la palabra, de corromperla en área de otros intereses,
de deformarla para que en lugar de comunicar, distancie y separe, vuelva vacío
el diálogo. Son constantes el peligro y la amenaza de hacer de la palabra un
instrumento de engaño y de falsificación cayendo en el abuso del lenguaje que,
a la hora de la verdad, como afirma Pieper, es un abuso de poder porque la
palabra se convierte en una droga por medio de la propaganda y del discurso
laudatorio.
Por todo
ello, necesita el líder conocer y utilizar los distintos tipos, procesos y
medios de comunicación, desde los más tradicionales, masivos o no masivos, a
los más revolucionarios de hoy, por ejemplo la red mundial Internet, como
instrumentos al servicio de lo que se quiere comunicar y de los destinatarios del mensaje.
En todos estos procesos, el líder
ejerce también un poder de persuasión, de convencer con sus ideas y con su
ejemplo, sobre todo como testimonio de
una vida coherente, de
un servicio sincero a su grupo, empresa o a la sociedad entera. La transparencia
de su conducta incidirá en la eficacia de su comunicación.
****************
Hay, pues,
en la sociedad
una gran urgencia de un
liderazgo asertivo, comprometido, basado en el servicio constante y
en la afirmación
de valores para ayudar a
construir una sociedad justa, generadora actitudes de entusiasmo por la vida,
de vibración ante la riqueza de lo humano, y de reciedumbre y fortaleza para
afrontar los problemas.
Con
la mira puesta siempre en el objetivo, con una firme esperanza, con optimismo
en el éxito y con buen humor, porque al líder que sirve de verdad, podemos
aplicarle estas palabras de Bergson:” La alegría es el signo de que la vida ha
triunfado”.
Los
rasgos del líder que hemos dibujado constituyen un ideal alto pero alcanzable.
No lo sería o no valdría la pena si buscara únicamente el éxito personal o
construir un pedestal para dominar desde ahí a los demás.
Es
un ideal que se consigue dando mucho de sí, con pequeños o grandes esfuerzos y
luchas cotidianas. Quien nada arriesga
nada tiene, reza el refrán: “Para los individuos y
las colectividades, los mayores éxitos siempre los obtuvieron
quienes supieron correr los mayores riesgos” (Bergson).
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