Como Encontrar Una Mejor Calidad De Vida
Jorge Yarce
“Calidad de vida” es un concepto
de hace medio siglo, que ha venido tomando fuerza en las dos últimas décadas al
poner el bienestar y la felicidad de la persona en el centro de las
preocupaciones sociales. Además,
es parte de
una vuelta a la
búsqueda del sentido de la vida como una preocupación dominante en la
existencia personal.
Se ha
convertido poco a
poco en un concepto integrador de condiciones
subjetivas y objetivas del bienestar de la persona. Ahí entran la salud física
y mental tan claramente como la posibilidad del ejercicio de la libertad
humana.
Se encuentra
muy cercano al concepto
de felicidad, recalcando la satisfacción de necesidades centrales de la
persona y la forma de sentir esas necesidades como realizadas, no sólo como
mera aspiración.
Calidad de vida según la
Organización Mundial de la Salud, OMS es: "La percepción que un individuo
tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema
de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas,
normas e inquietudes. Se trata de un
concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física del
sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones
sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su
entorno".
Algo más que lo material
Podemos usar como sinónimo de
calidad de vida el término bienestar subjetivo pero se queda corto si no
insistimos en que se trata de algo que va más allá de una conquista física o
material. Siempre dentro del logro de metas humanas que pueden ser valoradas
socialmente pero con algo trascendente que escapa a esa observación.
Por eso hablar de calidad de
vida, supone tomar este término en un sentido más biográfico que biológico,
porque encierra los sueños, aspiraciones y expectativas, lo mismo que la
capacidad de planear el futuro y de construir el propio mundo, que es parte de
la ilusión que anida en todo ser humano.
Indica una especie de red de
satisfacciones que hacen sentir feliz a una persona. Tiene que ver con el
bienestar físico y mental, afectivo y social, ecológico, de seguridad,
educación y recreación pero, sobre todo, con cómo la persona humana siente que
ha logrado esas condiciones básicas de vida, que varían según las diferentes
sociedades y culturas.
No es, por eso, posible la
estandarización de un elemento con tanta carga subjetiva. Aunque las
ciencias sociales traten
por todos los medios de establecer parámetros para su aplicación, no es lo mismo cómo se plantea la calidad de
vida en una sociedad en grado de extrema pobreza que en un país desarrollado,
aunque en ambos pueda hablarse de objetivos básicos comunes a la calidad vida.
Vivimos en una sociedad donde hay
muchas personas que no tienen casi nada y otros que lo tienen casi todo,
hablando en términos económicos y físicos. Entre unos y otros hay un gran
abismo, muchas veces
insalvable. Tal vez en los primeros ni siquiera podamos hablar de
calidad de vida porque falta lo fundamental en términos físicos. No se alcanza
a plantear el tema de la calidad de vida
porque en lo
primero es lograr sobrevivir y no hay lugar a otras
discusiones.
Una búsqueda incesante
Con frecuencia escuchamos
historias de personas que han dejado la ciudad para vivir en el campo o que han
cambiado de trabajo para evitar el estrés y llevar una vida más calmada, que
han renunciado a un tren incesante de actividades para poder disfrutar más de
su vida en
familia o de
sus amistades. Y es
común que el comentario
que surja a raíz de esas decisiones sea que esas personas lo han hecho en busca
de una mayor calidad de vida.
Cuando se piensa en la calidad de
vida, en una primera instancia, se tiene en la cabeza una vida más tranquila,
sin tanta agitación, con menor posibilidad de agotamiento físico producido por
las tensiones de la vida, pudiendo disfrutar de una mayor libertad de
movimientos, y con mayor paz interior. Y, como ya se insinuó, lo que está en
juego claramente es el disfrute y vivencia del ejercicio de la libertad.
De ahí que podríamos decir, en
una primer intento de explicación, que la calidad de vida es el conjunto de
circunstancias (físicas, económicas, intelectuales, afectivas, culturales,
espirituales y sociales) que permiten a la persona el ejercicio auténtico de su
libertad, entendida ésta no sólo como el poder elegir los fines y bienes para
su felicidad sino como su capacidad de comprometerse con los demás y su
aspiración a una progresiva paz interior y a una mayor realización personal en
términos de felicidad y de madurez.
No podemos definir la calidad de
vida sólo en términos de lo que le interesa a la persona individualmente. Es
necesario tener en cuenta su relación con el otro, es decir,
su inserción en al ámbito familiar, laboral y de relaciones sociales.
Es un concepto
que tiene mucho de subjetivo pero igualmente posee unos componentes ligados
necesariamente al entorno social, al medio ambiente, a la cultura y a los
valores espirituales.
La Medicina y las ciencias de la
salud han permitido aumentar la edad promedio y la esperanza de
vida, pero esto
no es suficiente. Importa mucho
el tipo de vida que se vive, es decir, poder establecer si la persona dispone
de esa libertad de acción y de disfrute de lo que hace, tiene o logra, matizado
por sus circunstancias económicas y sociales y por las oportunidades que se le
van presentando a lo largo de la vida.
A título de ejemplo, sólo en el
terreno de la salud, la calidad de vida en algunos países se centra en la
eliminación de enfermedades ancestrales que padece la mayoría de la población
por falta de recursos elementales como el agua potable. En otras, en cambio,
donde se ha logrado un mejor nivel de vida material, los esfuerzos se aplican a
la disminución de las enfermedades mentales.
Características y componentes
En la calidad de vida entran en
juego factores cuantitativos y cualitativos, siendo más detectables los
primeros (alimento, vivienda, salud, trabajo, educación, movilidad,
servicios, recreación, nivel
de seguridad, etc.) que los
segundos: todo el ámbito de la satisfacción y de cómo se siente la persona, si
ha logrado o no la felicidad, o al menos unos niveles básicos que en principio
hacen posible que se
esté en camino
de conseguirla y si se ha perfeccionado espiritualmente
En los segundos, aunque hay
muchas circunstancias que facilitan
la calidad de vida, hay crisis en cuanto a falta de
felicidad. Las personas no se sienten bien, a pesar de tener todas esas cosas.
A veces, son las mismas circunstancias en que viven las que dificultan lograr
un equilibrio vital que les de verdadera
satisfacción. Curiosamente, ni el trabajo, ni el descanso, ni las relaciones
sociales les aportan la armonía necesaria en la vida.
La vida urbana y sus lógicas
complicaciones (movilización, transporte, congestión, horarios exigentes, etc.)
son un ejemplo de situaciones que contribuyen, a
veces, a hacer más difícil el
disfrute de las cosas sencillas de la vida por el tipo de agitación que
normalmente conllevan.
Es claro que importa pensar en
una calidad de vida que sea detectable en la inmensa mayoría de la población.
De lo contrario se trataría de un concepto elitista y no de una realidad social
aplicable a todos. No es pues algo para medir sólo según la cantidad sino,
sobre todo, según la calidad. Posee componentes intangibles, difíciles de
medir, pero no difíciles de advertir en la vida de las personas.
Se entiende que para hablar de
calidad de vida la persona debe tener
satisfechas sus necesidades básicas y que esto pueda medirse en términos
económicos y sociales. Por ejemplo por la disponibilidad de agua potable, de alimentación, de
vivienda, el acceso a los diferentes niveles de la
educación, el monto de la renta per cápita, el respeto a
los derecho humanos,
la posibilidad de empleo, de seguridad social, todo lo cual podríamos
decir que constituye un bienestar económico y social básico e indispensable,
sin el cual no existe calidad de vida.
Nos encontramos, pues, ante un
tema que se puede y debe abordar desde muy diferentes puntos de vista y en el
que las condiciones de vida misma adquieren sentidos diferentes de una sociedad
y de una cultura a otra.
Desde luego que al enumerar
características o contenidos hay que advertir, de un lado, que se trata de un
concepto subjetivo en el que cuenta mucho la satisfacción individual y la
propia percepción del bienestar alcanzado. Y, del otro, que es un concepto que
ha venido desarrollando un cierto bagaje común a través de las diferentes
sociedades y culturas.
Por ejemplo la aceptación de
factores físicos relacionados con la salud o con la situación económica,
con la familia y con la inserción en las
organizaciones sociales o con factores de orden psicológico y espiritual como
lo relacionado con la realización afectiva
y el equilibrio emocional de la persona.
Es decir, que la calidad de vida
tiene que ver con todos los factores de la vida y de la integración que se haga
de ellos por parte de cada persona. Además, cada uno va modelando esa calidad
de vida según las diferentes edades y épocas, de modo que se trata de algo
vivo, dinámico y cambiante que no se puede
someter a reglas fijas
sino a orientaciones y
descripciones generales.
Por otra parte la calidad de vida
siempre está interrelacionada con los demás, no es algo que pueda mirarse como
una conquista al margen del contexto
y de las
relaciones, pues éstas mismas son indispensables para el logro de esa
calidad.
Del equilibrio a la armonía
Más que hacer un listado de
componentes de la calidad de vida, lo cual de todas maneras queda insinuado
al enumerar las
áreas fundamentales de las necesidades humanas, lo que importa es
subrayar la búsqueda de un equilibrio entre todas ellas.
Equilibrio difícil pero necesario
y que tiene unos indicadores de
tipo subjetivo, sobre todo la satisfacción y las
manifestaciones de madurez intelectual y emocional que son comprobables por las
demás personas, así como la fecundidad de las relaciones interpersonales y
sociales.
Pero siendo
el equilibrio tan
importante habría que añadirle el término armonía para destacar no sólo
la adecuada presencia y proporción de los factores que permiten la calidad de
vida sino la adquisición y progresivo enriquecimiento interior proveniente de
un estilo de vida coherente.
En ese sentido “calidad de vida”
se convierte en un principio organizador con base en el cual se puede dirimir
la capacidad de logro de una persona, de una organización o de una sociedad
para que en ella los individuos vivan y busquen el perfeccionamiento como
personas y como miembros de una comunidad de un modo razonablemente aceptable.
Desde ahí puede entenderse mejor
por qué la búsqueda de la calidad de vida se ha vuelto un indicador importante
en las decisiones sobre en qué
trabajar, cómo trabajar, paraqué trabajar,
cómo manejar la
propia vida, la salud, el ejercicio, la enfermedad y el descanso, la
vida familiar y social. La calidad de
vida nos reta a
buscar la felicidad
con ayuda de los demás, a través de un camino complejo, desde una visión
integral del bienestar humano y de la
fuerza espiritual de la persona.
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