COMPROMISO Y PRÁCTICA DE LOS VALORES




Jorge Yarce


“Convertir   una   promesa   en   realidad   o   cumplir   lo   prometido,   -pactado   u   ofrecido espontáneamente- , con la mentalidad de un desempeño profesional vivido con seriedad”.









El compromiso no es una palabra sólo para hablar de ella como si se tratara de cumplir con un requisito de urbanidad. Es un valor absolutamente necesario para cumplir la misión que se desempeña en cualquier tipo de organización (familia, empresa, escuela, universidad, milicia, iglesia, etc.).





El compromiso tiene que ver mucho con la libertad personal empeñada en una dirección concreta, especialmente a través del trabajo, para  lograr  determinados  resultados.  Una vez que estoy comprometido, no puedo estar cambiando arbitrariamente los objetivos de la tarea que realizo. Al contrario, debo verificar continuamente que no me aparto de ellos, teniéndolos muy claros siempre.





La  clave  de  nuestros  éxitos  profesionales está en relación con la capacidad de comprometernos a fondo  en la tarea, evitando la rutina y despertando el espíritu de iniciativa y la creatividad: buscar nuevas formas de servir, nuevas prácticas para acortar  procesos,  nuevas  maneras  de mejorar la atención al cliente, etc.





Empezando a Cambiar





Lo único que puede producir cambios es una acción comprometida con los objetivos y propósitos institucionales. No importa que a los demás les parezca imposible lograrlos porque otros lo han intentado ya muchas veces y no lo han logrado. Hay que correr ese riego y lanzarse a la tarea cuanto antes.





Casi todos los cambios han empezado con alguien  que  se  comprometió  con  una  idea que otros desecharon. Ahí entran en juego la tenacidad y la perseverancia en la lucha por las metas. Hay que avanzar poco a poco, afrontar y superar dificultades y estar conectado   siempre   con   los   objetivos   y metas, haciendo caso omiso de las críticas,





De los desalientos, de los fallos cometidos, de la adversidad o de la falta de confianza.





El  compromiso  lleva  a  apasionarse intelectual y emocionalmente con lo que se hace: con tenacidad y esfuerzo constantes, o mejor no se hace.





Preguntándose constantemente





A   veces,   con   el   paso   del   tiempo,   los miembros de una organización se anquilosan en sus puestos, caen en la mediocridad, se acostumbran a hacer las cosas de una sola manera. Se conforman con lo que hacen, y no parece que les doliera la entidad, parece que no la sintieran como suya a la hora de mejorar los resultados para volverla más eficiente y competitiva.




 



Es la hora de sacudirse interiormente y de preguntarse con empeño y responderse con absoluta sinceridad: ¿Cuántos años llevo yo aquí? ¿Cuál ha sido mi aporte a esta organización en todo ese tiempo? ¿Me he preparado cada día más para poder mejorar en   el   cumplimiento   de   mi   tarea?   ¿Qué nuevos retos me planteo a la hora de los cambios y de las exigencias de una transformación cultural? ¿Existe en mí una resistencia a esos cambios,  basada  quizás en la rutina, en la pereza o en comodidad, en la falta de auto exigencia o de exigencia por parte de mis jefes? ¿Vivo para la empresa o vivo de la empresa?





Quien  se hace preguntas de este estilo y las responde con valentía y, como fruto de ellas, hace planes de acción concretos de cara al futuro,  obtiene  verdaderos  resultados  que van más allá de lo que le obliga su contrato de trabajo o su manual de funciones. Quien  no se hace y responde a esas preguntas, renuncia primero a lo mejor, luego a lo bueno y acaba por contentarse con la realización de un trabajo mediocre    que lo lleva a convertirse  también  en  una  persona mediocre.





Trabajando no sólo por el dinero





Conviene examinar detalladamente si lo que me motiva a rendir en mi trabajo son el salario, las prestaciones, el ambiente físico, etc., o si, más bien, actúo  por otra clase de motivaciones: interiores o intrínsecas (constante afán de mejoramiento personal, satisfacción, capacitación permanente, plan de   carrera)   o       trascendentes   (afán   de servicio, construir empresa, contribuir a la sociedad).





Una persona comprometida, siempre se esfuerza por ir mucho más allá de lo que está previsto en sus funciones, no se queda en un cumplimiento rutinario del deber, sino que busca   en   el   mejoramiento   continuo   una forma de estar en mayor capacidad de avanzar en los objetivos de su cargo y en la contribución al logro de la visión y la misión de la empresa.





“Compromiso es lo que transforma una promesa en realidad, es la palabra que habla con valentía de nuestras intenciones, es la acción que habla más alto que las palabras, es hacerse al tiempo cuando no lo hay, es cumplir con lo prometido cuando las circunstancias se ponen adversas, es el material con el que se forja el carácter para poder cambiar las cosas, es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo”

(S. Lehman)





Implicaciones prácticas del compromiso: En la práctica el compromiso implica:



1- Conocer bien la visión y la misión,   los objetivos estratégicos y metas del área o grupo de trabajo.



2- Tener una visión global de la empresa y desempeñar con mucho sentido de responsabilidad las funciones asignadas.



3- Atender diligentemente aquellas otras cosas que no  están contempladas en  las  funciones, pero que surgen en la experiencia de cada día





4- No esperar a recibir órdenes para hacer las cosas que deben hacerse



5- Dar la cara por la empresa y por los compañeros  guardando  su  prestigio  y  buen



Nombre, sin admitir críticas difamatorias y manifestar    coherencia    y    unidad    con    los Directivos.

 

6- Mostrar identidad y sentido de pertenencia.



7- Realizar un trabajo.


8- Luchar por hacer realidad valores asociados al compromiso como: responsabilidad, excelencia, laboriosidad, entusiasmo e iniciativa.




¿Cómo saber si estoy comprometido?




¿Qué entiendo por compromiso?, ¿Qué significa empeñar mi palabra para hacer algo?, ¿Cómo incide en mi vida el compromiso?, ¿Cómo se relaciona mi vida cotidiana con mis compromisos  y qué tienen que ver con la satisfacción lograda?





El compromiso pasa a ser como la brújula del comportamiento: hacia adonde apuntan nuestras acciones, apunta nuestro compromiso.   Eso   mismo   genera   en   los demás una expectativa que influye en ellos y en sus respectivos compromisos. Ahí se refleja la cadena de valor que crea el compromiso.





La persona comprometida es colaboradora y ayuda  a  los  demás,  Encauza  su  espíritu crítico por los cauces reglamentarios. Tiene iniciativas para mejorar el clima de trabajo y los procedimientos.





No puede haber compromiso con los demás si ese  compromiso no es  primero consigo mismo. Sobre todo a partir de un cambio personal, de buscar sinceramente la transformación   de   la   conducta,   de   los hábitos: Quien  primero  tiene  que  cambiar soy yo mismo. Quien primero tiene que criticarse a sí mismo, soy yo.  Quien primero debe ver lo bueno de los demás soy yo mismo. Quien primero debe dar la cara por la organización, soy yo mismo, a pesar de las dificultades y problemas.





La palabra compromiso, cuando responde a una realidad vivida desde lo más íntimo de nosotros mismos, adquiere un valor de autenticidad  y  sinceridad  inigualables: porque sólo en esa medida, somos fieles a lo que nos hemos propuesto en la vida.

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