EL RESPETO COMO EJE DEL TRATO ENTRE PERSONAS



Jorge Yarce


Valorar el ser y dignidad de los demás, para poder  comprenderlos  y  aceptarlos, dejándoles actuar, siendo tolerante con ellos, de acuerdo con su condición.




El respeto es ante todo un valor para vivir en la relación interpersonal. . “Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas” (Rousseau). Lo podemos extender a la naturaleza y a las cosas que la persona utiliza para su vida, pero ese no es su significado esencial.



Se trata de un valor que está en crisis. Tal vez influye en eso la insistencia pedagógica y el bombardeo de los medios de comunicación sobre la igualdad. Como tiene que ver con una valoración de los demás como personas, está fundamentado en el reconocimiento de la dignidad de cada uno, a pesar  de  las  diferencias  existentes  entre unos y otros.



Nada tiene que ver con el temor reverencial ni  con  el  servilismo.  Es  un  valor  esencial para la convivencia y para la vida familiar, de estudio y de trabajo con otros. Si no hay respeto, se cae en el atropello y en la violación de los deberes elementales de buen trato, comprensión y tolerancia.



Autorrespeto



Además, la dignidad de la persona hace deducir que el respeto es, al mismo tiempo, autorrespeto. Una persona debe respetarse a sí  misma,  respetar  su cuerpo  por  ejemplo. Está ligado a la autoestima y a la valoración de la propia vida y de la conducta frente a sí mismo. El respeto a sí mismo fortalece el respeto a los demás y este, a su vez, incrementa aquel.



Si los jefes respetan a sus colaboradores, es más fácil que   éstos los respeten a ellos y respeten a sus compañeros   y a todas las personas relacionadas con la organización. Los mismo los profesores en relación con los alumnos. Un clima de respeto es un arma poderos apara que las organizaciones progresen en cohesión, en consistencia y en efectividad.       Además,       la       motivación encontrará un apoyo decisivo para dar resultados relacionados        con la productividad.



Pero como ocurre con otros valores, también el respeto se inculca, es objeto de imitación, va unido a la buena educación, es objeto de aprendizaje, de logro de la conducta estable que se convierte en hábito o virtud operativa que la persona llega a vivir inconscientemente.



El respeto está basado en que consideremos que cualquier persona −la que está investida de autoridad y la que no lo está− tienen una dignidad y unos derechos inalienables que nadie puede desconocer y que debo ayudar a que se consideren por parte de todos.



Hay también una manera de entender el respeto, además, como algo a lo que una persona se hace merecedora y se incrementa en la relación mutua con comportamientos concretos



Lo anterior significa actividad, no pasividad o simplemente dejar que los demás hagan y deshagan  o  hagan  lo  que  quieran,  o  lo primero que les venga en mente sin que los demás puedan reaccionar.



Las personas que se respetan de verdad entran en interacción, no simplemente se ven a  la  distancia,  especialmente  en  las relaciones familiares, profesionales y sociales.



Tampoco el respeto es dejar que cada uno diga lo que quiera, como quiera y cuando quiera sin importar si es verdad o no lo que dice. Sería como dejar primar el egoísmo en alguien que no quiere compartir con nadie sus cosas o que caprichosamente se aficiona a disponer de las cosas de los demás sin contar con ellos.



Por eso es importante la valoración de las circunstancias. El respeto a los jefes, compañeros o alumnos se ejerce en un ámbito y circunstancias diferentes al que se ejerce frente a un amigo.



En este último caso puede haber supuestos de familiaridad y confianza que no necesariamente se dan con un jefe o con un colega de trabajo.



Algunas manifestaciones del respeto


1.   Todo el mundo merece un respeto básico por  nuestra  parte,  independientemente de su condición social, posición en la vida, cargo profesional, ideología, etc.



2.   Hay un  respeto  propio  en  relación  con quienes dependen de nosotros o de quienes         dependemos.         Estamos obligados a ser considerados con ellos precisamente por la responsabilidad que tienen frente al resto, como ocurre con un profesor respecto a sus alumnos



3. Debemos   practicar   la   corrección respetuosa con quien, investido de autoridad respecto a nosotros o no, comete un error y debemos ayudarlo, pues tal vez él mismo no se da cuenta, o puede prestarse a la crítica destructiva.



4.   No   se   puede   herir   a   nadie   con   las palabras     y      menos      atacar      sus sentimientos.  Hay  que  saber  tener control mental y emocional para evitar esas situaciones.



5.   Cada persona es diferente,  a  cada uno hay que respetarlo por lo que es. El respeto se basa en la justicia y utiliza el arma del amor para expresarse Si hemos atropellado a alguien irrespetándolo, hay que   saber   ofrecer   disculpas   ,   pedir perdón     y    no    guardar    resentimiento alguno



6.   La  cordialidad   y  la  cortesía   con   los demás son las formas más adecuadas de expresar el respeto externamente.



Entre los antivalores a combatir, además del irrespeto, están la intolerancia, el individualismo, la injusticia, el dogmatismo al hablar y actuar, y la desconsideración con los demás. Eso lleva fácilmente al maltrato a las personas y al olvido de su dignidad esencial. Y éticamente hablando, la causa de la falta de respeto está influencia por la falta de principios y valores oportunamente inculcados y ejemplarizados. De lo contrario, las personas pasan por la vida logrando sus objetivos a costa del bien de los demás y del bien de la comunidad.



La tolerancia


Es una de las expresiones más importantes del respeto en la sociedad actual. Para ser tolerante, vale la pena tener en cuenta:



•  Respetar lo que los demás dicen y hacen, así no nos parezca adecuado a como nosotros pensamos.



•  Aceptar    la    diferencia    como    forma    de enriquecer las relaciones



•  Comprender y disculpar a los demás, sobre todo cuando sabemos que obran de buena fe



•  No hacer discriminaciones: ser amable con todos, pacientes y buscar el mejor lado para el entendimiento, no los puntos de choque




•  Colaborar con los demás en la solución de los problemas, escuchando y suscitando los diferentes puntos de vista, expuestos con serenidad.




   Escuchar sin anticiparse a pensar en lo que se va a contestar al otro, lo cual genera poca atención a él y es motivo de no entender bien lo que nos quiere expresar.



•   No  acudir  jamás  a  la  violencia  verbal  que sólo es indicativo de que se quiere imponer argumentos por la fuerza: “Grita mucho, no puede        tener      razón”.      Podemos      ser intransigentes   con   lo   que   una   persona piensa sin necesidad de serlo con ella.



Reaccionar con tolerancia al que se expresa violentamente es la mejor manera de desarmarlo y poner de presente sus verdaderas intenciones y su negación al diálogo. El ejercicio de la tolerancia con los seres más vulnerables de la sociedad   es   una   necesidad   perentoria   para lograr una convivencia justa: “Tolerancia con el débil y con el equivocado. Alguna vez en la vida podemos ser uno de ellos” (C. Forché).





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