Valorar
el ser y dignidad de los demás, para poder
comprenderlos y aceptarlos, dejándoles actuar, siendo
tolerante con ellos, de acuerdo con su condición.
El
respeto es ante todo un valor para vivir en la relación interpersonal. .
“Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas”
(Rousseau). Lo podemos extender a la naturaleza y a las cosas que la persona
utiliza para su vida, pero ese no es su significado esencial.
Se
trata de un valor que está en crisis. Tal vez influye en eso la insistencia
pedagógica y el bombardeo de los medios de comunicación sobre la igualdad. Como
tiene que ver con una valoración de los demás como personas, está fundamentado
en el reconocimiento de la dignidad de cada uno, a pesar de
las diferencias existentes
entre unos y otros.
Nada
tiene que ver con el temor reverencial ni
con el servilismo.
Es un valor
esencial para la convivencia y para la vida familiar, de estudio y de
trabajo con otros. Si no hay respeto, se cae en el atropello y en la violación
de los deberes elementales de buen trato, comprensión y tolerancia.
Autorrespeto
Además,
la dignidad de la persona hace deducir que el respeto es, al mismo tiempo,
autorrespeto. Una persona debe respetarse a sí
misma, respetar su cuerpo
por ejemplo. Está ligado a la
autoestima y a la valoración de la propia vida y de la conducta frente a sí
mismo. El respeto a sí mismo fortalece el respeto a los demás y este, a su vez,
incrementa aquel.
Si
los jefes respetan a sus colaboradores, es más fácil que éstos los respeten a ellos y respeten a sus
compañeros y a todas las personas
relacionadas con la organización. Los mismo los profesores en relación con los
alumnos. Un clima de respeto es un arma poderos apara que las organizaciones
progresen en cohesión, en consistencia y en efectividad. Además, la
motivación encontrará un apoyo decisivo para dar resultados
relacionados con la productividad.
Pero
como ocurre con otros valores, también el respeto se inculca, es objeto de
imitación, va unido a la buena educación, es objeto de aprendizaje, de logro de
la conducta estable que se convierte en hábito o virtud operativa que la
persona llega a vivir inconscientemente.
El
respeto está basado en que consideremos que cualquier persona −la que está
investida de autoridad y la que no lo está− tienen una dignidad y unos derechos
inalienables que nadie puede desconocer y que debo ayudar a que se consideren por
parte de todos.
Hay
también una manera de entender el respeto, además, como algo a lo que una
persona se hace merecedora y se incrementa en la relación mutua con
comportamientos concretos
Lo
anterior significa actividad, no pasividad o simplemente dejar que los demás
hagan y deshagan o hagan
lo que quieran,
o lo primero que les venga en
mente sin que los demás puedan reaccionar.
Las
personas que se respetan de verdad entran en interacción, no simplemente se ven
a la
distancia, especialmente en las
relaciones familiares, profesionales y sociales.
Tampoco
el respeto es dejar que cada uno diga lo que quiera, como quiera y cuando
quiera sin importar si es verdad o no lo que dice. Sería como dejar primar el egoísmo
en alguien que no quiere compartir con nadie sus cosas o que caprichosamente se
aficiona a disponer de las cosas de los demás sin contar con ellos.
Por
eso es importante la valoración de las circunstancias. El respeto a los jefes,
compañeros o alumnos se ejerce en un ámbito y circunstancias diferentes al que
se ejerce frente a un amigo.
En
este último caso puede haber supuestos de familiaridad y confianza que no
necesariamente se dan con un jefe o con un colega de trabajo.
Algunas manifestaciones
del respeto
1. Todo el mundo merece un respeto básico
por nuestra parte,
independientemente de su condición social, posición en la vida, cargo
profesional, ideología, etc.
2. Hay un
respeto propio en relación con quienes dependen de nosotros o de quienes dependemos. Estamos obligados a ser considerados
con ellos precisamente por la responsabilidad que tienen frente al resto, como
ocurre con un profesor respecto a sus alumnos
3.
Debemos practicar la corrección
respetuosa con quien, investido de autoridad respecto a nosotros o no, comete
un error y debemos ayudarlo, pues tal vez él mismo no se da cuenta, o puede
prestarse a la crítica destructiva.
4. No
se puede herir
a nadie con
las palabras y menos
atacar sus sentimientos. Hay
que saber tener control mental y emocional para evitar
esas situaciones.
5. Cada persona es diferente, a cada
uno hay que respetarlo por lo que es. El respeto se basa en la justicia y
utiliza el arma del amor para expresarse Si hemos atropellado a alguien
irrespetándolo, hay que saber ofrecer
disculpas , pedir perdón y no
guardar resentimiento alguno
6. La
cordialidad y la
cortesía con los demás son las formas más adecuadas de
expresar el respeto externamente.
Entre
los antivalores a combatir, además del irrespeto, están la intolerancia, el individualismo,
la injusticia, el dogmatismo al hablar y actuar, y la desconsideración con los
demás. Eso lleva fácilmente al maltrato a las personas y al olvido de su
dignidad esencial. Y éticamente hablando, la causa de la falta de respeto está
influencia por la falta de principios y valores oportunamente inculcados y
ejemplarizados. De lo contrario, las
personas pasan por la vida logrando sus objetivos a costa del bien de los demás
y del bien de la comunidad.
La tolerancia
Es
una de las expresiones más importantes del respeto en la sociedad actual. Para
ser tolerante, vale la pena tener en cuenta:
• Respetar lo que los demás dicen y
hacen, así no nos parezca adecuado a como nosotros pensamos.
• Aceptar la
diferencia como forma
de enriquecer las relaciones
• Comprender y disculpar a los demás,
sobre todo cuando sabemos que obran de buena fe
• No hacer discriminaciones: ser amable
con todos, pacientes y buscar el mejor lado para el entendimiento, no los
puntos de choque
• Colaborar con los demás en la
solución de los problemas, escuchando y suscitando los diferentes puntos de
vista, expuestos con serenidad.
• Escuchar sin anticiparse a pensar en
lo que se va a contestar al otro, lo cual genera poca atención a él y es motivo
de no entender bien lo que nos quiere expresar.
• No
acudir jamás a
la violencia verbal
que sólo es indicativo de que se quiere imponer argumentos por la
fuerza: “Grita mucho, no puede tener razón”. Podemos ser intransigentes con lo que
una persona piensa sin necesidad
de serlo con ella.
Reaccionar
con tolerancia al que se expresa violentamente es la mejor manera de desarmarlo
y poner de presente sus verdaderas intenciones y su negación al diálogo. El
ejercicio de la tolerancia con los seres más vulnerables de la sociedad es
una necesidad perentoria
para lograr una convivencia justa: “Tolerancia con el débil y con el
equivocado. Alguna vez en la vida podemos ser uno de ellos” (C. Forché).
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