SER
El
SER es lo que nos permite saber, saber hacer saber tener y sobre todo, saber
ser para poder dar y servir. Uno se da perfecta cuenta cuándo le pone el ser a
lo que está haciendo, en el sentido de compromiso, de fuerza interior y de
claridad del fin que se busca.
El
que sabe lo que hace y por qué lo hace, y sabe lo que quiere en la vida, tiene
claridad para dar consistencia a su hacer, para elevarlo a la condición de
obrar, y se trata del trabajo, para dotarlo de un sentido trascendente: no se
queda en mí, ni siquiera como legítima satisfacción de lo que hago, sino que
busca llegar a los demás, para ayudarles a construir sus propias vidas.
El sólo
hecho de ser
uno lo que
es, y de procurar ser mejor, y aspirar a la
plenitud del ser como felicidad, le
suministra suficiente fuera para llegar donde quiere llegar.
El
ser lo que hace es cualificar el ser, integrarlo en unidad de sentido, de modo
que no se disloque, no sea una rueda suelta, esté engarzado en los motivos
trascendentes que impulsan a salir de sí para completar nuestro ser con lo que
los demás son, con sus cualidades y virtudes y con su comprensión y ayuda.
Cuando
estamos siendo, notamos:
− Satisfacción interior de los resultados.
− Obtención de medios para mejorar la vida.
− Hay
otras actividades que
nos atraen y ocupan, no sólo trabajar.
Cuando
predomina el ser:
−
Tengo claro que lo que importa es hacer
para obrar en razón de una finalidad superior al simple hacer.
−
Podemos superar la dependencia del hacer o del tener para que se imponga el
obrar y nos abramos al ser y a trascender (dar, servir)
−Podemos
llegar a ser lo que queremos SER.
Palabras
que identifican el SER: dar, servir, generosidad, amor, dedicación,
disponibilidad, respeto, entrega, solidaridad,
alegría, constancia, , coherencia .
SER,
DAR y SERVIR están conectados entre sí:
1. Queremos ir
más lejos de lo que hacemos: no somos lo que hacemos, ni lo que tenemos. Somos
más que todo eso y vamos a más.
2. Nos
interesa no sólo trabajar o sólo tener:
queremos
ser personas felices o realizadas.
3. Lo
logramos, si al obrar y ser añadimos el dar y el servir: ambos son ganancia, no
pérdida.
4.
Para dar y servir es básica la generosidad, no necesariamente ligada al tener,
pues puedo darme y servir sin tener mucho.
Cuando
la generosidad se pierde, y el tener es amo y señor, vale la expresión: “Esta
persona es tan pobre que lo único que tiene es dinero”. Y, al contrario, cuando
la generosidad preside el pensamiento y la vida, tiene sentido un
comportamiento como el de la Madre Teresa de Calcuta quien, al decirle alguien:
“Lo que usted está haciendo yo no lo haría ni por un millón de dólares, reaccionó
diciendo: “Yo tampoco lo haría por ninguna suma”.
El
ser humano es donar, está hecho para entregarse a los demás, para ofrecerles el
don de lo mejor de sí mismo. Sin perder lo que tiene, sino logrando mucho más,
reforzando su haber interior
En
torno al tener se genera una actitud egoísta, centrada en la búsqueda de la
plata, el poder y el placer, que impulsada por el consumismo, genera una ética
individualista que sólo sabe conjugar el yo. Este se encierra en sí mismo. Y a
la larga lo rodean la tristeza y la soledad.
En
torno al ser se genera una actitud generosa que busca el dar, el servicio, la
solidaridad, y por encima del individuo y del yo, surge el nosotros.
Así
se abre paso a la noción de comunidad que construimos entre todo, y a la que
contribuimos siendo lo que somos, procurando ser mejores y, sobre todo,
aprendiendo a dar
y servir constantemente. De
una ética individualista pasamos a una ética
personalista y comunitaria. La persona, al dar:
−
Es un ser con intimidad, que se abre al otro, entregando a
los demás no
sólo cosas materiales sino
intangibles.
−
Se da cuenta de que lo más importante no es dar sino darse, que es el núcleo
básico del amor
−
No se cansa nunca de dar, de compartir, y de esperar siempre en los otros.
La
persona al servir
No
se rebaja, se dignifica. El servicio es una forma de
trascendencia, que nos
saca de nuestro yo, para llegar
hasta los demás. Como también una forma de trascender es ser amigo y expresarse
solidariamente o ser socialmente responsable.
Servir
no es saber servir de acuerdo a unas técnicas. Sólo siendo auténticos, podemos
servir de fona natural, espontánea y sincera a los demás. Se convierte en una
forma de actuar que es casi una forma de ser.
SER
es una tarea en la que nadie me puede sustituir. Nadie
puede vivir por
mi mismo o asumir mis propios ideales. En ese sentido
se puede decir que yo seré lo que quiera ser.
El
único artesano de mi triunfo o de mi fracaso soy yo. Por supuesto que influyen
mucho el medio, la familia,
la educación, las oportunidades y otras cosas, pero el
factor decisivo es mi propio querer.
Ante
una persona decidida a ser ella misma, auténtica, sincera, aferrada a sus
metas, dispuesta al esfuerzo y al sacrificio por ellas, las cosas no
dependen de la
suerte o de una
fórmula mágica. Por eso la voluntad, y el querer que surge de ella, son tan
determinantes en cualquier logro vital, tanto o más que la razón.
En
último término, SER es ser persona y poseer una personalidad labrada a través
del tiempo, alguien que piensa, quiere, hace, obra, trabaja, manteniendo a lo largo de su vivir
una identidad precisa, una continuidad y permanencia en el ser. Y
buscar trascender, en
lo que hace y
desde lo
que hace, hacia
los demás y
hacia Dios.
TRASCENDER
Trabajar
es la forma de obrar que implica la mayor dedicación por parte de la persona. Y
aunque en estas
consideraciones no me detengo en él para hacer un análisis más
detallado, a lo que le dedico otros documentos específicos, conviene reiterar
la relación con el hacer y el ser.
El
trabajo eleva el hacer a la categoría de obrar, alejándolo del
activismo. Nos ayuda
a ser, porque es un aspecto
importante de nuestro ser. Pero no somos lo que trabajamos, como no somos lo
que hacemos. Es
un medio para realizar nuestra personalidad. Por eso
importa darle trascendencia, tomada esta palabra en el sentido de importancia.
Pero
trascender significa aquí sobre todo que el ser
de la persona
va más allá
de sí mismo, “cruza al otro lado del horizonte”,
para llegar hasta los otros y, en último término, a Dios.
Palabras
que identifican la trascendencia: voluntad, misterio, enigma, los otros,
conocer, amar querer espiritualidad, inmortalidad, inmaterialidad, conciencia,
subjetividad, libertad, Dios, dolor, muerte, intimidad, apertura, eternidad,
dolor, infinitud, bien, mal, felicidad,
plenitud, alma, fe.
Experiencias
1. Una
experiencia que nos revela la trascendencia
es el amor
a otra persona. Cuando alguien
nos quiere de
verdad y se separa de nosotros, nos queda una
presencia mensajera que habita
en nosotros y
nosotros ella. Algo nos dice que a pesar de las barreras de espacio y de
tiempo, y aunque no lo sepamos explicar, esa persona sigue con nosotros, y está
ahí, a veces para siempre.
2. Cuando una
madre espera a un hijo, que tiene dentro de sí pero que la trasciende porque es
otra vida, es una experiencia única.
3. Es también
la experiencia que tenemos de que los demás, los otros, nos trascienden y en
cierto modo nuestra vida tienen
sentido si es para
ellos, para convivir
con ellos, para compartir, para amar y para servir. Por
eso cuando damos y servimos estamos poniendo en acto una forma de
trascendencia. No somos solos, ni vivimos
solos, ni nos
salvamos o perdemos solos. Somos
con los demás y para los demás
4. Lo mismo
cuando participamos en la construcción de la comunidad, de la sociedad, cuando
somos solidarios también estamos trascendiendo,
saliendo de nosotros
mismos para estar más cerca de los demás, que nunca son lo que están
de-más. Al contrario son lo que nos hace falta, lo que complementa nuestra
existencia y nuestra personalidad.
5. Otra
experiencia es la muerte. “El hombre piensa, el hombre sabe que va a morir”
(Pascal). “La muerte es el exilio absoluto (Marcel). La muerte es la soledad
radical con uno mismo. “La muerte es probablemente la mejor invención de la
vida. Es el agente que cambia la vida. Limpia lo viejo y da vida a lo nuevo”
(Steve Jobs). La muerte no es una cegadora que corta la vida de un tajo, y con
ella la felicidad, el espíritu, las ansias de perdurar. En cambio abre a la
trascendencia absoluta, el más allá de la vida, a Dios como fin del hombre.
Sin
la trascendencia no sabríamos dar razón de la libertad que es la característica
más radical del ser humano, por la cual es posible ser persona, alcanzar una
personalidad y ser feliz, buscar la plenitud, y trascender.
Si
no se trasciende, la vida se trivializa, pierde peso y la persona se encierra
en un yo egoísta, cuyo único interés es el placer, el poder y la plata.
Permanece cerrada en sí misma y da la espalda
a los otros.
En cambio cuando
va a hacia ellos no pierde nada
de lo propio, gana mucho más. Es una fuente de riqueza y de crecimiento
interior que se alimenta con la vida de los otros.
La fe
nos da una
respuesta a las
ansias de infinito que hay en el
corazón humano. Es preferirle apuntarle a la salvación y no a la aniquilación.
Entre el azar, la suerte, la abstención o la nada de Dios, me quedo con Dios.
La
vida humana Es siempre estar en camino hacia algo, es tener una meta, un ideal,
compartirlo y vivirlo en la experiencia de la convivencia, del servicio, del
amor y de la lucha por unos ideales. Con la mirada puesta en la meta pero con
la esperanza en que llegaremos a buen puerto. JY-080731
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