Jorge
Yarce
El
trabajo es una acción personal productiva con resultados externos u objetivos e
internos o subjetivos. En este comentario me
refiero sobre todo al lado subjetivo, al considerar algunos hábitos o
modos de trabajar que afectan a la persona.
En
lugar de ser fuente de realización para ella, a veces se convierte el trabajo
en una fuente de preocupaciones, de cansancio y de falta de equilibrio, pues se
olvidan otras cosas que son tan importantes
como el trabajo:
la familia, el descanso, el deporte, la cultura, la
amistad, las actividades sociales, etc. Ese es el trabajo “adicción”, que
vuelve a la persona “activista” (hacer por hacer).
La
persona sufre una deformación de su trabajo cuando pierde el control interior
del mismo y se deja arrastrar por una incesante actividad, que la convierte en
una especie de “esclava” del trabajo, de forma que no se es capaz de vivir sin
estar haciendo cosas, y parece que nada distinto al trabajo le causara
satisfacción. El trabajo vivido así se convierte en un “vicio”, en una
“adicción” (workaholism) que altera el orden de los demás factores de su vida.
A
todos en la práctica se nos puede presentar el dilema: o nos entregamos a una
tarea que nos absorbe por completo la mayor parte del tiempo, de una manera en
la que prácticamente no cabe nada más (vivimos para trabajar), o trabajamos con una dedicación profesional
sólida y seria, con un horario exigente pero, al tiempo, vivimos tranquilos, y
nos alcanza el tiempo para tener la cabeza en otras cosas (trabajamos para
vivir). De la solución adecuada de ese dilema depende muchas veces que logremos
los objetivos que nos hemos propuesto, y que disfrutemos de la necesaria calidad
de vida, dando al trabajo la importancia que tiene y haciendo de él una fuente
de realización personal.
Características
-
Demorarse mucho antes de empezar a trabajar
-
Falta de concentración por dispersión en
cosas poco importantes
- Dedicarse
a lo urgente
y no importante
e incluso a lo no importante y no urgente
-
Interrupciones frecuentes para hacer otras cosas que podrían esperar
-
No alcanza el tiempo y no se tiene tiempo para los demás.
Otros
síntomas habituales:
-
Desorden en el sitio de trabajo
-
Empezar a hacer cosas sin pensarlas bien
-
No estudiar bien los asuntos e improvisar
−
Hablar y reunirse sin necesidad.
-
Saltarse el horario, sobre todo de salida.
Se
le olvidan al “activista” o “adicto” al trabajo otros compromisos que requieren
su atención y dedicación, los cuales poco a poco languidecen en su vida
(práctica habitual de algún deporte, salidas con su familia, visitas a sus
padres y hermanos, cultivo de amistades que han jugado un papel en su vida,
lecturas pendientes de libros y revistas). Una disculpa es decir que se trabaja
para atender necesidades de una familia que demanda cada vez más, cuando en
realidad puede no ser ese el problema sino un desmedido afán de trabajar por
trabajar, de quedar bien en la empresa o, simplemente, un desorden en el modo
de entender la efectividad en el trabajo, que debe equilibrarse con otras
obligaciones.
Peligran
los valores porque:
-
Predomina el hacer sobre el obrar (trabajo interiorizado
-
El tener cosas se prefiere al ser (saber vivir)
-
Motivaciones externas (dinero, salud, placer físico) más fuerza que las
internas (satisfacción, crecimiento personal)
-
Egoísmo y vanidad por sobre generosidad y sencillez y disponibilidad para los
demás.
Coser
con una aguja sin hilo
Actitudes
claves para ese cambio:
1.
La “adicción” al trabajo o activismo lleva a una especie de pereza “activa” que
supone afrontar muchas cosas, pero a la hora de la verdad el rendimiento es
mucho menor del esperado por uno mismo y por los demás.
2.
El activista atropella el trabajo de los demás al interrumpirlos para tratar
asuntos fuera de tiempo o porque se presenta a las reuniones sin el debido
estudio, y hace que se repita para él, lo que los otros ya estudiaron,
alargando innecesariamente su duración.
3.
Trata de suplir con entusiasmo, con palabrería, o con gestos, la falta de
seriedad que requiere una dedicación seria, propia de un verdadero profesional,
dejándose llevar por la superficialidad. Le importan mucho las apariencias y la
imagen, más que el mejoramiento continúo.
4.
A pesar de lo mucho que hace, no se siente satisfecho interiormente y tiene la
impresión de que no progresa a medida que pasa el tiempo. Incluso piensa que va
para atrás, se siente seco y un poco inútil a veces. No tiene muy claro su
propio proyecto de vida
5.
Tiene muy claro que hay que seguir trabajando más y más, sin parar, incluso con ansiedad e
impaciencia, como si a fuerza de hacer más se lograra todo lo demás. En cierto modo, con los años, va haciendo su
“nido” en el trabajo y cuando le hablan de capacitarse, piensa que ya sabe
bastante.
El
trabajo como realización personal
El
dilema se resuelve dejando a un lado el trabajo- “adicción” a favor del
trabajo-realización. Para ello:
- Tener conciencia de que el trabajo es un
medio, no un fin, para la felicidad personal.
-
El trabajo adquiere valor por medio de cosas distintas a él: valores
humanos, familia, amistades,
acción social, vida espiritual.
- Aprender a manejar el tiempo, dedicándolo
preferentemente a lo importante y no
urgente
-
Aprender a “tener” (disfrutar de todo lo que se consigue con el trabajo)
1.
Realizar el trabajo a gusto, con orden, constancia, intensidad
y paz interior,
no permitiendo que el consumismo y el relativismo se apoderen de la conducta.
Utilizar los medios materiales y la técnica como herramientas para hacer un
buen trabajo, pero no dedicarles demasiado tiempo en detrimento del estudio
2.
Vivir una jerarquía de valores, para la búsqueda de la
calidad y la
excelencia personal y profesional. Valores que si se practican
en forma constante, arraigan en la conducta en forma de hábitos o virtudes Y
repercuten no sólo en el trabajo sino en los demás ámbitos de la vida (familia,
amistades, relaciones sociales)
3.
Tener un gran sentido de responsabilidad, que lleva a dar respuestas eficaces a
lo que se espera de uno en
el trabajo, en
la familia, y en la sociedad:
ejemplo, colaboración, comunicación, dar a los demás lo mejor de sí
mismo, ayudándoles a conseguir la calidad de vida (integración adecuada y
efectiva de actividades físicas o de
salud, intelectuales o profesionales, afectivas o sociales, y espirituales que
nos faciliten vivir la libertad) que también buscamos para nosotros
4.
Crecer interiormente en el trabajo, no
quedándose sólo en los resultados o en la productividad, sino llenado más allá,
a sentir la satisfacción de la labor bien hecha, del servicio a los demás, de
los logros del equipo o de la empresa. A estar apuntándole a una verdadera
felicidad y a comprobar que la estamos logrando si dedicamos el tiempo a las
actividades distintas al trabajo necesarias para el desarrollo personal:
5.
Enamorarse de la profesión con pasión
que lleve a tener espíritu de
iniciativa, creatividad y proactividad,
huyendo de la
rutina y la mediocridad. Pero al mismo tiempo, no
desanimarse ante las equivocaciones o
errores cometidos, sabiendo disculparlos y ayudando a corregirlos, sean propios
o ajenos
El
trabajo debe ser no una fuente de agotamiento y de preocupaciones personales, o
de falta de coherencia de vida, sino una auténtica fuente de realización y
desarrollo personal y satisfacciones interiores. Es decir, que cada día al
trabajar, podamos comprobar que estamos siendo lo que queremos ser y que estamos
dando un paso más hacia ese SER pleno, feliz, al que aspiramos
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