FUNDAMENTOS

Jorge Yarce

1) La persona humana es un ser espiritual en el que se da un equilibrio entre lo corporal, lo intelectual y lo emocional, con primacía de la libertad como eje de una conducta en la que debe primar el ser sobre el hacer y el tener. La persona hace para tener. Pero hace para obrar (interiorizar lo que hace), para no dejarse dominar por el tener, sobre todo por las cosas o por el dinero.


 Por eso obra para lograr (actuar con sentido, con valores, con un proyecto de vida). Y logra para ser, para alcanzar la plenitud, desarrollar su propio ser y así  poder  trascender,  llegar  al  ser  de  los  demás,  en  forma  de  amistad, servicio, solidaridad y construcción de la comunidad.



2) La personalidad se desarrolla a partir de un potencial propio, armonizando armonizar el temperamento, el carácter y la personalidad característicos de cada uno. No hay un temperamento o un carácter mejor que otro. Lo que hay son modos de ser diferentes. Hay que aprender a conocer, aceptar y respetar esos modos de ser. La personalidad se alcanza, se “construye” progresivamente a fuerza de voluntad y de la permanente aspiración a mejorar, a buscar la excelencia persona.



3)  El centro básico de la acción es la persona como unidad integradora de todos los aspectos, que depende no tanto de una herencia genética como de de la acción voluntaria y libre, de la capacidad de determinarse a realizar el bien y a crecer y mejorar a través de los procesos educativos y formativos. Es clave la formación de la inteligencia, racional y emocional, de modo especial la voluntad y el querer cuya plenitud es el amor.



4) La visión del trabajo como fuente de realización personal para lograr todos los demás objetivos, en busca de la excelencia laboral y humana. Evitando caer  en  el  activismo  o  adicción  al  trabajo  en  detrimento  de  aspectos  o ámbitos tan necesarios como la familia (ámbito absolutamente prioritario para lograr la armonía todos los demás aspectos), la amistad, las relaciones sociales, la formación cultural, el deporte y el descanso, etc.



5. Las motivaciones –razones que nos mueven a hacer algo- desempeñan papel importante. Los motivos extrínsecos o exteriores –retribución, condiciones físicas, estímulos-, intrínsecos o interiores (satisfacción, aprendizaje, desarrollo personal), y trascendentes –servicio, amistad, comunidad- llevan a actuar en busca de objetivos concretos, a partir del respeto a la dignidad esencial de la persona, propia y ajena, y de una relación interpersonal efectiva. La dimensión espiritual, la relación con Dios a través de una fe sincera, es una motivación trascendente que da unidad a todos los demás aspectos.



6). Los principios, valores y virtudes constituyen el núcleo fundamental de la actuación ética, única manera de hacer el bien que es posible realizar por parte de cada uno y el bien que espera la comunidad que la persona realice frente a los ciudadanos. Esta coherencia o unidad de vida se logra con el esfuerzo, con la formación permanente y con rectitud de intención que hay que estar actualizando en cada momento de la vida. Es importante realizar una construcción de valores, a partir de su vivencia personal por medio del arraigo habitual de comportamientos positivos de cada valor. Si eso se hace, sin duda se logrará un efecto ético que penetrará todos niveles.



7). Lo fundamental en la vida no es sólo la preparación profesional específica que permita alcanzar el éxito en su sentido material, económico y humano en general, o llegar a determinadas posiciones, o alcanzar ciertas metas intelectuales. Lo definitivo es contar con hombres y mujeres de bien, con la conciencia bien formada,  dispuesto a servir, pero ante todo íntegros desde el punto de vista ético. Sin esa integridad todo lo demás pierde sentido, se desvaloriza, y está amenazado por el consumismo y el materialismo, por la tentación del poder, del placer, de la riqueza o del bienestar material y por la vida fácil y cómoda.



8). Se necesitan, ante todo, personas con una armonía y coherencia que, para poder hacer mejor su tarea y cumplir sus deberes, deben estar mejorando constantemente. Con paz interior, con una vida afectiva y familiar sana, con conciencia de sus limitaciones, pero con valores y virtudes que les lleven a hacer cada día una entrega más generosa, con mayor preparación humana, intelectual y moral al servicio de la vocación elegida libremente por cada uno.



9). La formación profesional y humana debe ser una preocupación permanente,  a  partir  de  saber  hacer  muy  bien  el  trabajo,  que  no  sea mecánico y rutinario, un simple desgaste de fuerzas físicas,  sino y ante todo, un obrar consciente e interiorizado que permita a la persona tener control de lo que hace, orientar su propia acción, su propia actividad. Así se trabaja intensamente para obtener determinados resultados, pero también para tener unos medios necesarios para la vida. O sea, para ser persona auténtica, con calidad de vida, y aún más, con aspiración permanente a la plenitud de vida, no  sólo  al  éxito  -económico,  profesional  o  social-  ,  y  desde  su  tarea profesional servir a los demás.




10). Objetivo primordial de la actividad de cada persona es que su trabajo y su vida ayuden a la construcción de una comunidad en paz, con respeto al derecho y a los derechos de las personas, con justicia social que lleve a luchar   por   los   valores   democráticos,   no   sólo   como   un   sistema   de participación  ciudadana,  sino  como  un  sistema  de  gestión  social  del desarrollo sostenible para todos la sociedad.

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