LEALTAD

La lealtad es la adhesión firme a las personas, a las instituciones, o a las ideas y doctrinas, con base en principios y valores así como   en compromisos adquiridos, eligiendo los medios que conduzcan a mantenerlos firmes a través del tiempo.





Tomamos aquí el valor como sinónimo de adhesión,   motivada   y   razonable   a   una causa, persona o institución. Como un sinónimo en parte de fidelidad a ellas y muy ligada a la confianza, el compromiso y la credibilidad, lo mismo que a la honestidad, la veracidad y la integridad como valores cercanos   o   afines   que   contribuyen   a acendrar la lealtad. Es, sin duda, uno de los valores más apreciados en las relaciones entre personas y en el trabajo y en la vida social.




Va unido a la afirmación y estabilidad de unos   principios   y   valores   a   través   del tiempo. La persona leal se manifiesta fiel a ellos y éstos confieren a su conducta una seguridad y constancia que la hace afrontar tanto dificultades como contradicciones con gran determinación y fortaleza.




La lealtad se da con las personas, con los grupos, con la sociedad entera. Refuerza la vivencia  del  orden  legal  con  una  actitud ética interior que supera el cumplimiento a secas de la legalidad externa. Valora la palabra dada, los compromisos adquiridos, las promesas hechas y tiene en el extremo contrario la deslealtad y la traición como antivalores.




Tiene mucho que ver también con lo que hoy se denomina comunicación asertiva (franca, veraz, sincera, directa, afirmativa) y con la proactividad en el comportamiento, ya que ambas actúan como generadoras de confianza y credibilidad. La lealtad actúa también  como  un  motor  de  lanzamiento para la participación social y para la solidaridad, en contra del individualismo y de  las  posiciones  egoístas  dentro  de  los grupos, porque exalta de hecho la relación interpersonal y en ella la fidelidad a través del tiempo.




La amistad es una de las experiencias (ya lo consideramos como una valor o conjunto de valores) que permiten poner a prueba la lealtad.   Un   amigo   leal   es   uno   de   los mayores tesoros que pueden tener las personas.   El   amigo   oye   y   siente   por nosotros. Responde por nosotros delante de los  demás  y nos  guarda las  espaldas  en todas las circunstancia de la vida. Está dispuesto  a  jugárselo  todo  por  nosotros como fruto de la amistad. Nadie cree más en nosotros y en lo que decimos y hacemos. Cuando  alguien  nos crítica  o  da  pie  a  la murmuración sobre nuestra conducta, en seguida salta a dar la cara, así sea cierto lo que digan.




La lealtad a la autoridad no es simple sometimiento ciego a sus decisiones, es adhesión razonada y razonable. Y como es de  doble  vía,  lleva  también  a  razonar  a quien  la  ejerce.  “Sólo  el  que  manda  con amor es servido con lealtad.” (Francisco de Quevedo)




La lealtad implica una reflexión sobre los motivos para mantener la adhesión a través del tiempo. Esa actitud puede verse empañada por el apasionamiento o por la emotividad al defender a quien nos adherimos por la lealtad. Y, desde luego, el por qué lo hacemos está vinculado a un núcleo de principios y valores que compartimos y que son el sostén principal de la relación.




Evitar  el  encubrimiento,  la  actitud simuladora, las falsas apariencias para proteger  a  una  persona  con  la  que  se supone somos leales, contribuye a vivir auténticamente el valor. Del mismo modo el afrontar a esa persona con absoluta sinceridad cuando nos damos cuenta de sus equivocaciones o de su deslealtad.




Si se trata de los jefes o superiores en la empresa, la lealtad no suprime el criterio propio para opinar, criticar y denunciar aquello que sinceramente creemos que está mal y a expresarlo a tiempo. De igual forma, somos leales cuando les cuidamos la espalda al oír cosas que, aunque pueden ser verdad, constituyen una difamación, un atropello a su derecho a la intimidad.




Aquí   también   cabe   la  lealtad   con   uno mismo, porque se empieza por la adhesión firme y estable a los principios y valores que uno adopta como guía para su conducta, y que  luego  le  sirven  como  plataforma  de base para la relación con los demás, personas o grupos.




Eso conecta directamente con la integridad y la honestidad como valores relacionados de  manera  estrecha  con  la  lealtad.  La lealtad impulsa a ser estables en la amistad, en las relaciones, en el modo de tratar a las personas, sean hermanos o padres, compañeros o amigos, colegas o jefes en el trabajo.  La  mejor  correspondencia  por  lo que ellos hacen por nosotros es no dejarlos en los momentos difíciles y manifestarles nuestra  adhesión  cuando  otros,  movidos sólo por los intereses o ventajas que obtuvieron de ellos, los dejan a un lado.




Algunos significados de la lealtad:


•           Hablar bien de los compañeros y directivos

•           Dar siempre la cara por la empresa con la gente ajena a ella

•           Hacer las críticas según el conducto reglamentario

•           Corregir con firmeza cualquier murmuración o chisme

•           No hacer discriminaciones en el trato, lo que contribuye a un ambiente positivo

•           Cumplir con fidelidad los propios compromisos de trabajo

•          Procurar vivir los principios y valores de la organización implícitos o explícitos

•           Contribuir a la buena imagen de la empresa en el entorno social

 •          No encubrir conductas de otros que sean contrarias al bien de la organización


•Estar con la empresa en las duras y en las maduras, sin desfallecer


En las crisis fuertes de la vida se prueba la lealtad de los amigos y compañeros. Se mantiene firme la confianza y la credibilidad en ellos a pesar de la murmuración y de la crítica destructiva que se haga sobre su honra y sus actuaciones. Ahí se ponen a prueba las promesas que algún día pudimos hacerles de fidelidad, de entrega y de compromiso con una causa determinada.




En la sociedad actual la deslealtad está a la orden del día: esposos o esposas que son desleales entre sí a cambio de una aventura pasajera; padres que son desleales con sus hijos al no ser fieles al compromiso de educarlos para la vida de manera integral; hijos que son desleales a sus padres, por no cumplir la promesa de cuidarlos en su vejez y ayudarlos a llevar las dificultades de esa edad; profesores que son desleales con sus alumnos al no enseñarles la verdad y formarlos con una conciencia recta y cierta; alumnos que no son leales con sus educadores, al no empeñarse con seriedad en vivir de acuerdo con lo que les han enseñado;  empleados  que  son  desleales con su empresa porque no trabajan dando lo mejor de sí mismos, velando por el buen nombre de la compañía; empresas que no son leales con sus empleados al dejarlos sin la capacitación necesaria para que crezcan cada día como personas, porque no dan prioridad al talento humano sino a las ganancias económicas; funcionarios que no son  leales  al  gobierno  porque  se aprovechan de sus cargos en beneficio propio; gobernantes que no son leales con quienes los eligieron para servir al bien común, porque se dejan llevar por el afán de poder y de conceder prebendas a quienes no son los más capaces para ejercer determinados cargos.





Como hemos visto, la lealtad con las instituciones también es importante. Y aquí se conecta con el patriotismo, porque éste implica  lealtad  a  los  valores  culturales  e  históricos de  la nación a la que pertenecemos.                                                          

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