LIDERAZGO EDUCATIVO PARA EL CAMBIO



Jorge Yarce


I. Liderazgo: condición de supervivencia y crecimiento de una sociedad



1. Liderazgo: capacidad de asumir la responsabilidad de dirigir a otros libremente al logro de sus fines



2. Espíritu de Liderazgo: potencial en todos, accesible a todos, actitud y estilo de vida que conduce a transformar una sociedad. El problema no es de maquinista de la locomotora sino de vías y de agujas (los líderes) que señalan la dirección correcta y llevan a la meta.



Conlleva: excelencia personal, acción por principios, afán emprendedor, aprender permanentemente y trabajar por valores.


3. Un gran momento; el mejor, para dar un giro copernicano a la crisis profunda de la sociedad y dentro de ella de la empresa y de las instituciones, que deben ser organizaciones inteligentes donde el capital intelectual (capital humano más capital estructural) es lo principal y en las que se debe trabajar y dirigir por valores de cara al el  futuro,  a  fin  de  responder  a  las necesidades de la nueva sociedad.



– Un liderazgo creativo, innovador, asertivo, proactivo, arriesgado, optimista, que sueñe, con los ojos despiertos, en una nuevo país.


– Es necesario para lograr el crecimiento de la sociedad en todos sus aspectos.


–Papel de las personalidades líderes o creadoras en el crecimiento de una sociedad:



“El crecimiento de las sociedades humanas se explica por la presencia de unas minorías o personalidades creadoras que dan siempre respuestas exitosas a los retos del medio y que, en razón de su integridad y de sus compromisos con el grupo, son libremente seguidas por la mayoría” (Toynbee).



– El líder para el cambio debe ser antes que nadie     un     líder     renovador,     positivo, optimistas, esperanzado, capaz de construir el futuro con su saber y con su ser.


II. El líder debe dar siempre respuestas exitosas a los retos del medio, a las necesidades de la sociedad y específicamente de su entorno


1. Invitación permanente a repensar la educación,  el modo de trabajar y de dirigir, el aprendizaje –aprendizaje a lo largo de toda la vida–, la convivencia, el estado, las instituciones, la universidad misma, la sociedad, el desarrollo, con base en un pensamiento creativo descentralizado.


–No  bastan: talento,  tecnología, organización, carisma, experiencia, buena voluntad, motivación, procesos, etc.


–Es necesaria una visión integrada, una actitud de aprendizaje para descubrir qué caminos  construir  juntos  para  enseñar  a otros a recorrerlos


– No creer que basta con defender una democracia  formal,  un  estado  neoliberal  o una economía de mercado, para que los países  cambien.  Así  como  la  democracia tiene que ser efectivamente un sistema de gestión política del cambio social, fundada en la participación como base y como meta, para atacar las enormes desigualdades sociales, las instituciones, especialmente las educativas,     tienen que gestionar el conocimiento y la formación para el trabajo y para   la   vida,   de   modo   que   la   persona aprenda a ser, aprenda a pensar, aprenda a aprender, aprenda a emprender y aprenda a convivir.



2. Responsabilidad: capacidad de generar respuestas adecuadas: que lleven a una auténtica transformación de las personas, para que se transforme la empresa o institución y su comunidad. Si se quiere que la  comunidad  tenga  y  viva  unos  valores, éstos  deben  arraigar  primero  en  las personas, en la familia, en el proceso educativo,  para  que  puedan  estar  en  las instituciones, en los grupos sociales y en la sociedad entera.



Esa responsabilidad existe si hay en las personas principios y valores que se reflejen en su conducta personal y luego en su quehacer como trabajador o empleado: directivos, decano, profesor. No se puede pedir a estas actividades determinados valores si ellos primero no están y se viven en las personas.



3. Hacen falta, además de valores, valentía y visión:  vencer la mediocridad,  el  facilismo, renunciar al pesimismo y al negativismo llorón, mirar al futuro, construirlo, soñar con él, crear nuevas realidades, transformar la conducta. Tratar de hacer lo que parece imposible, ponerse como meta lo mejor.



–El líder es el hombre de la visión, del “sueño”, de aquello que lleva a empeñar todos los esfuerzos. “No importa lo que la visión es sino lo que la visión logra” (Senge)



–El líder debe elaborar la visión de la organización y la suya personal, en perfecta consonancia una con otra, para poder luchar coherentemente con los objetivos estratégicos.  Su  misión  es  ayudar  a  que otros  vivan  valores consistentes, perdurables, operativos, dinámicos, cognoscitivos, éticos, para obtener una ventaja competitiva estable de cara a su medio y a la sociedad a la que sirve.



III. Retos peculiares del Liderazgo para el cambio



1. La educación hoy está llamada a formar personas felices, a generar confianza, credibilidad y seguridad en ellas y a hacerlas capaces de trabajar por el bien común, a pensar más en el servicio que en el beneficio material o personal.



–En la era del conocimiento las instituciones están llamadas a fortalecer el saber cómo capital primordial, más que el financiero o el físico, pero para ello tienen el desafió de la integración del conocimiento en la vida, porque también preparan para la vida.



– Las instituciones deben ser auténticos sistemas de valores y núcleos de expansión



De valores  para inyectarlos  en  la sociedad como una inyección intravenosa.



– Dejar de estar a la zaga y   a la defensiva para ponerse a la ofensiva constructora de un nuevo estilo de , dirigir y administrar, para configurar una nueva sociedad: "el que más puede, más debe".



– Quien tendría   que señalar las directrices de esos nuevos caminos debería ser la educación superior, específicamente la universidad, pero una universidad participativa, ejemplarizante, en la que docentes y alumnos sean constructores de convivencia y de sociedad pacífica, justa, democrática, igualitaria.



2.  Hace falta instaurar en las instituciones de educación una cultura del ser, no del tener lo cual implica que lo primero no es el dinero o el poder sino el ser persona, el servir y el ser solidario con la sociedad que necesita de las instituciones educativas, públicas o privadas para que sean constructoras del bien común.



–  Las  instituciones  se  convierten  así  en redes  de  colaboración  y  de  contribución. Para ello necesitan fortalecer la capacitación de  sus  directivos  y  profesores  para  que estén a la altura del reto que se les plantea.



– Hay que pensar en su profunda reforma, que   implica pensar y vivir de otra manera, correr riesgos como fruto de una audacia creadora, impregnar toda la tarea de un serio y consistente sentido comunitario.



3. Liderazgo para hacer frente al individualismo egoísta, de clase o de grupo,, al consumismo materialista y hedonista, y al relativismo, que son tres cánceres morales que tienen enferma la sociedad hace falta un liderazgo ético enraizado en principios, y expresado en valores cívicos, estéticos, organizacionales, éticos, de solidaridad social, de justicia y equidad.






IV. Integridad, compromiso   y Ética como columna vertebral del liderazgo:




1.   El   Liderazgo   es   inseparable   de   la integridad ética, que no depende de motivos ideológicos o de las mayorías electorales. La moralidad de un sistema político o jurídico no se reduce a su legalidad, tiene un fundamento superior. Si no, difícilmente se podrá afrontar el riesgo de nuevos totalitarismos: del mercado, de la concentración monopolística, de los medios de comunicación, etc.



– Integridad fundada sobre principios esenciales o leyes naturales universales e inmutables, y sobre valores que impelen a un ideal concreto y realizable, encarnados en virtudes personales que ejemplarizan y dan realidad contundente a la conducta.



– Hablamos de una ética realista, no de su discurso religioso o doctrinario... "En último término la supervivencia de la libertad se fundamenta en la ley moral no escrita, en nuestra creencia en derechos naturales que nadie puede violar "(Tatcher)



2. Respetando siempre la libertad, no la de hacer cada uno lo que le venga en gana, sino la comprometida, la libertad como compromiso de ser persona de calidad, la de ayudar  a  construir  una  sociedad participativa. Libertad que significa que el líder es seguido libremente, si da respuestas exitosas y si es integro y comprometido con su   grupo,   con   su   institución,   con   su sociedad.



3.   Libertad   solidaria:   que   responde   por todos, no por uno solo. Todos somos responsables de todos. Nadie se salva ni se pierde solo. Somos complementarios, unos para otros. Es  actitud de vida, no una simple ayudar a mejorar la situación de los demás.



–Es algo conectado con saber compartir, con la participación a todos los niveles y con el deber de construir una democracia como gestión social del desarrollo para todos, que tenga como criterio no el bienestar de unos pocos, de una clase, o de los poderosos del dinero, de la política, de la cultura sino el bienestar de la inmensa mayoría que vive en condiciones que no consultan la justicia, y que son generadoras de factores objetivos de violencia en una nación.



V.   Liderazgo   ético:   una   revolución   de valores.



1.  El  liderazgo  mejor  vía  para  hacer  de  la ética  una  ventaja  competitiva  perdurable, algo estable, permanente en las personas a pesar del paso del tiempo si se vive dinámicamente, convirtiéndose en el soporte de todo proceso de cambio personal.



–No se trata de una ética hecha de gustos personales, de preferencias o conveniencias, que terminan siendo contrarias entre sí, sino de una ética de conveniencia, regida por la orientación al bien común.



–Hay que plantearse una revolución que triunfe  porque  su  dialéctica  no  sea  la  del odio y la violencia sino la del amor y la paz. Es la revolución pacífica de la participación, el compromiso y los valores.



– Esos valores éticos que están de moda en el mundo pero que no son un hallazgo de esta   época   sino   una   exigencia   de   la naturaleza del hombre. Ya Aristóteles los ponía como fundamento de la vida lograda y de la sociedad justa.



–Y nosotros los queremos colocar en el núcleo de la formación de los líderes de la educación. A nivel institucional en muchos lados del mundo, también en el de la educación en todos sus   niveles, se   puede decir que hay en marcha una auténtica revolución de los valores.



– La sociedad permisiva, la corrupción de Estado, la crisis moral de los partidos políticos, el vacío ideológico del capitalismo económico, entre otros fenómenos, ponen de presente la indudable necesidad de valores éticos y la urgencia en colocarlos a la vanguardia de la construcción de una nueva sociedad.



2.  La  ética  es  ciencia  de  la  recta  razón práctica del obrar humano, y este tiene su raíz en unos primeros principios (luz fundamental que constituye la razón moral) cuyo hábito se denomina sindéresis ("chispa de  la  conciencia"),  por  la  cual  el  hombre tiene una intuición primera de su vocación al bien y su rechazo al mal.




– Es como un descubrimiento intelectual básico, inducido de la experiencia y dotado de certeza. No se trata tanto de una demostración sino más bien de una intuición intelectual. Los principios, a diferencia de los valores, son externos al sujeto, aunque sólo éste los puede descubrir y reconocer.



– Por eso, no está en mí modificarlos o quitarles su vigencia, porque son leyes naturales absolutas y estables, válidas para todos, no dependientes de los cambios culturales o históricos, los cuales sí afectan a los valores (valor: bien descubierto y elegido  de  modo  consciente  y  libre,  que busca ser realizado en la práctica).



–Pero   existen   unos   valores   éticos   que derivan su fuerza de los principios éticos primeros o leyes naturales del obrar práctico humano. Esto ocurre ya en la ciencia, donde hay esas leyes -como la de la gravedad- que yo no puedo quebrantar, ni cambiar. Así también en el orden de la conducta humana: "haz el bien, evita el mal".



3. Además, los valores se encarnan en virtudes personales o hábitos operativos buenos  que  se  presentan  como  fines  del obrar humano, o como principios de una actuación prudente de la persona, es decir le indican al hombre cómo ser bueno, cómo llevar a la práctica ese impulso fundamental al bien que le da la sindéresis.



–   En   resumen,   podemos   decir   que   el liderazgo educativo para el cambio se basa en principios esenciales o naturales, en la realización  de  valores  y en  la  encarnación subjetiva de éstos a través de las virtudes personales. Donde existen éstas necesariamente hay reconocimiento de principios   y   tendencia   a   la   realización práctica de los valores.



– La educación y la sociedad entera están a la expectativa de nuevos líderes que en un ámbito de participación y solidaridad, de servicio generoso al bien común, de trabajo abnegado y constante produzcan los resultados –productividad, calidad en el servicio, seguidores, ejemplaridad, personas responsables,  valientes  y  con  visión- capaces de construir el futuro.




Es un reto para todos en la educación, pero sobre  todo  para  los  profesores  y para  los dirigentes de todos los niveles de la enseñanza.

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