POR
JOHN FISCHER
Este
año, con frecuencia los vendedores con quienes estamos trabajando, así como sus
jefes nos comentan que sus clientes y prospectos han cambiado, que son
diferentes a “los de antes”. Consideran que “ahora los clientes son más
difíciles”.
Todo
indica que los clientes de ahora no piensan de la misma manera que antes. Hace
unos años, la gente involucrada en la toma de decisiones respecto a la
selección de pro- veedora y la compra de soluciones tenía expectativas más
positivas acerca de:
Ø El futuro en general.
Ø Su estabilidad laboral.
Ø Sus ingresos futuros
Ø La plusvalía de sus inversiones
personales
Hoy
muchos de los clientes y prospectos tienen amigos o familiares que han perdido
su empleo, conocen a jóvenes que no pueden conseguir su primer trabajo y están
preocupados por su futuro económico. En consecuencia, los prospectos de hoy
son:
Ø Menos optimistas respecto al futuro.
Ø Más preocupados por su situación económica
personal.
Ø Más cautelosos al tomar decisiones.
Además,
en muchas organizaciones los colaboradores perciben un clima de presión en
cuanto a su carga de trabajo, el tiempo para hacerlo y el estilo directivo de
sus jefes.
La desconfianza
Al
trabajar con nuestros clientes, hemos visto que algunos de sus clientes son más
escépticos y cautelosos que antes. De hecho, este fenómeno no está limitado a
México: al revisar las novedades en amazon.com, pudimos identificar 40 títulos publicados
en los últimos 6 meses (marzo-agosto del 2012) relacionados con el tema de la
confianza en las empresas, las marcas y los vendedores, así como entre las
personas.
Al
entrevistar a algunos clientes de nuestros clientes, hemos podido comprobar que
una buena parte de ellos muestran
en general desconfianza hacia los
vendedores. Al investigar el por qué, además de las razones ligadas al macroentorno
nacional e internacional, detectamos cuatro perfiles de vendedores cuyos
enfoques y actitudes contribuyen a esta falta de confianza.
Cuatro perfiles de vendedores que contribuyen a la desconfianza
El
primer perfil corresponde a los vendedores que hacen sentir a sus prospectos
que están más comprometidos con sus
propios objetivos que con los de sus clientes. Prestan poca atención a
la situación individual de sus prospectos y a su condición de personas. Lo que
más les interesa son sus objetivos personales. Sus palabras y conducta dan la
impresión de que
dirían y harían cualquier
cosa para convencer a los prospectos y que éstos no son más que simples
medios para alcanzar sus metas.
Otro
perfil que desata la desconfianza es el de los vendedores que ven a su trabajo
como una competencia. Su meta es “ganar” a los prospectos. Quieren demostrarse
a sí mismos que son más listos y hábiles que los prospectos, que pueden convencerlos
e imponer su
voluntad. Por supuesto, clientes y prospectos detectan las actitudes que
estos vendedores intentan ocultar detrás de sus frases hechas y poco sinceras.
Un
tercer perfil de vendedor que alimenta la cautela y el escepticismo de los
prospectos es el de los vendedores y agentes de centros de llamadas que no creen
en lo que venden. Con frecuencia, en nuestros cursos para vendedores y personal
de centros de llamadas, hemos encontrado que son escépticos respecto a la
organización, sus productos y servicios, y el valor de su oferta económica. Nos
hemos visto obligados a interrumpir nuestros cursos y repasar con estos grupos
las ventajas de lo que venden. Obviamente, los vendedores que no están
convencidos de lo que ofrecen no son muy productivos.
El
cuarto perfil que frena el
desarrollo de una relación de confianza es tal vez el más frecuente, y a veces, se
combina con alguno de los perfiles anteriores. Se trata del vendedor
centrado en sus productos. Se preocupa primero por conseguir una cita y
después por su presentación. Inclusive,
en las visitas a clientes estables, la mayoría de los vendedores llegan pensando en lo que quieren vender
en lugar de
ocuparse de cómo pueden apoyar a
sus clientes a crecer, ganar dinero y cumplir sus objetivos.
Si
los clientes han cambiado, los vendedores tienen que
cambiar también. Las
actitudes de muchos de los prospectos de ahora son diferentes a las de
los clientes de antes. Por eso, tenemos que adaptarnos a las nuevas
circunstancias y replantear nuestras estrategias de ventas y nuestra manera de
acercar- nos y relacionarnos con los prospectos.
Nosotros
pensamos que una “nueva” estrategia o una estrategia “distinta” (que de hecho
no tiene nada de nuevo ni de distinto), debe tomar en cuenta a las personas.
Ven- demos a personas.
¿Qué
es lo que buscan? Entre otras cosas:
Ø Quedar bien
Ø Sentirse bien
Ø Soluciones
Ø Cumplir sus objetivos
En
varias organizaciones, la capacitación que reciben los vendedores se centra en
los productos y aspectos técnicos relacionados. Por ello, en la práctica los
vendedores tienden a sobreestimar la importancia de las características de los
productos y enfocan su labor de ventas más en éstos que en los clientes. A los
clientes poco les importan los conocimientos de los vendedores hasta saber qué
tanto los toman en cuenta a ellos y a sus intereses.
Como dijo Dale Carnegie:
Interesándote
por los demás, puedes cerrar más negocios en dos meses que los que puedes
concretar en dos años intentando despertar el interés de la gente por ti.
Este
consejo sigue siendo válido hoy, aun para la venta de soluciones millonarias y
de productos de alta tecnología. En un artículo de Harvard Business Review de
julio pasado, Phil Guido, el Director General de IBM Norteamérica, explica cómo
esa empresa potencializa la capacitación respecto a los productos y la
tecnología con una metodología para compenetrarse en la situación del cliente y
desarrollar el know how necesario para crear soluciones únicas a la medida e
implementarlas con éxito.
Jim
Koch es el fundador de Boston Beer Company (Compañía Cervecera de Boston). Hace
28 años, nadie conocía su marca de cerveza Samuel Adams. Hoy su empresa vende
más de $500 millones de dólares al año. En el antes citado artículo de Harvard
Business Review, el señor Koch ofrece estas reflexiones sobre el trabajo de
ventas:
He
llegado a ver las entrevistas persona- les de ventas como una de las
actividades intelectuales más desafiantes – ciertamente más retadora que
cualquiera de mis proyectos como consultor–. La esencia del trabajo de ventas
es descubrir cómo lo que tú ofreces puede ayudar al cliente a cumplir sus
objetivos –no tu objetivo, sino los de él–. Cualquier otro enfoque es torpe,
sin sentido e “interesado”. …Necesitas conectarte en términos personales. Esto
implica complejidad y ambigüedad y, bien hecho, puede ser una actividad
atractiva y de altura. (Páginas 102-103.)
No
todos los vendedores están dispuestos a aceptar los retos intelectuales que los
desafían todos los días y que implican el manejo de la ambigüedad, la complejidad
y los retos de cultivar relaciones interpersonales productivas no
superficiales.
Los
vendedores que sí acepten el reto de efectuar una labor de altura van a ayudar
a sus clientes a tomar buenas decisiones.
El
entorno actual de las ventas está poblado de personas que confían menos que
antes. Son menos optimistas y albergan actitudes negativas que antes no tenían
cabida en sus mentes. No pocos desconfían de los vendedores, de las empresas
que re- presentan y de los productos que ven- den. Ya hemos dicho que la nueva situación
obliga a los vendedores a replantear sus estrategias y la manera en que se
relacionan con sus clientes.
El
“nuevo” planteamiento que recomendamos no es más que volver a lo básico, a lo que
los mejores vendedores siempre han hecho: centrarse en sus clientes y ayudarlos
a cumplir sus objetivos.
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